lunes, 5 de noviembre de 2007

La Selva Misionera en Peligro


Medio Ambiente
Biodiversidad en la Triple Frontera
La Selva Misionera en Peligro
Por Gabriel Morales | Desde La Plata, Argentina.
La deforestación de empresas privadas, como la inercia de los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay pone en jaque los recursos naturales de la región y el equilibrio del ecosistema.
Durante la XXVI Cumbre de presidentes del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) los mandatarios de los países miembros y asociados de esta organización sudamericana estuvieron parados sobre un suelo con uno de los potenciales más importantes a escala mundial en materia de biodiversidad.

Sin embargo, ninguno de los presidentes reunidos en la ciudad misionera de Puerto Iguazú, entre ellos Néstor Kirchner, Lula da Silva, Nicanor Duarte Frutos, Jorge Batlle y sus homólogos de los países asociados al MERCOSUR, ha presentado en esta oportunidad un plan estratégico para la conservación de los recursos naturales de Latinoamérica y el mundo.

El MERCOSUR está enfocado, al menos por ahora, a potenciar las posibilidades económicas de los países sudamericanos. Y para los gobiernos de la región la biodiversidad, como los recursos naturales que garantizan la sustentabilidad planetaria y la vida humana en el futuro, no parece constituir un bien tangible. No pocos auguran, sin embargo, que en pocos años más el Acuífero Guaraní y la selva amazónica no sólo serán de un rédito económico formidable, sino que su dominio puede ser incluso causante de conflictos de escala militar.

Mucho se habla en la actualidad de la "guerra del agua", de la posible presencia de células terroristas de fundamento islámico en la Triple Frontera, y de la intención de Estados Unidos de intervenir con sus Fuerzas Armadas en la región para el control del narcotráfico, el contrabando, y la persuasión frente a posibles actividades delictivas en la zona. Pero hay otro recurso que hace de la región de las tres fronteras un importante polo rico en biodiversidad: la selva misionera o paranaense, que se extiende desde la provincia argentina de Misiones pasando por Paraguay y hasta la costa de Brasil.

En Brasil la llaman mata atlántica y en Paraguay bosque atlántico interior. El lado misionero de la selva contiene el mayor bloque continuo de aquello que en el mundo se conoce como Bosque Atlántico, con alta diversidad y especies únicas en el planeta. La selva se ha fragmentado y la suerte de las fracciones del lado brasileño y paraguayo dependen en gran parte del futuro de la selva misionera.

La degradación del bloque original se vio afectada por distintas problemáticas como los incendios forestales, la deforestación de los territorios para expandir la frontera agropecuaria, la sobre explotación forestal, la sustitución por monocultivos, la extracción de selva nativa y reforestación con especies exóticas.

Surge de datos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, a partir del Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos, que en territorio argentino quedan 33 millones de hectáreas de estos bosques. Esto implica, según un análisis de la situación ambiental argentina al año 2000 de los especialistas Claudio Bertonatti y Javier Corcuera, que desde principios del siglo XX hasta aquí se perdió el 40 por ciento de la superficie original de la selva misionera.

La Organización No Gubernamental Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) ha incluido al Bosque Atlántico de la triple frontera dentro de una serie de eco regiones altamente prioritarias a escala mundial para centrar esfuerzos de conservación y preservación de una gran biodiversidad. Según WWF, América Latina y la región del Caribe han perdido, entre 1960 y 1990 más de 400 millones de bosques y selvas. Específicamente para Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia la ONG internacional pronosticó una pérdida de hasta el 50 por ciento.

En Argentina, Brasil y Paraguay, diversas ONG`s trabajan en una Iniciativa Trinacional para la conservación del Bosque Atlántico Interior que tiene el objetivo de buscar soluciones a los conflictos que ponen en riesgo al Bosque, para conservar la biodiversidad y promover el desarrollo sostenible de la eco región en peligro.

Por otra parte, el Parque Nacional Iguazú (Argentina) y el Parque Nacional do Iguaçu (Brasil) cuentan con comisiones asesoras que trabajan en el mismo sentido que las ONG`s protectoras del medioambiente. El desafío es una planificación de un trabajo con cooperación multinacional, una ausencia de límites territoriales propia de las características naturales, como de los impactos ambientales que provoca la deforestación y contaminación de empresas privadas bajo el aval de la administración pública de los estados de la región.

Del lado argentino, en la provincia de Misiones, se aprobó en 1999 una ley (N° 3631) conocida como del "Corredor Verde". Esta busca la preservación de las masas selváticas y la unión de los tres bloques principales de áreas naturales protegidas que existen en la Provincia, un área de más de 1 millón de hectáreas.

Esta normativa prevé un mecanismo de incentivos a los veintidós municipios comprendidos dentro del Corredor Verde, que adhieran a la ley, generando un "Fondo Ecológico de Coparticipación Especial". El requisito es que cada municipalidad planifique un mejor uso de la selva y apoye proyectos de desarrollo rural sustentable, turismo ecológico, gestión ambiental y restauración del bosque nativo.

La ley del Corredor Verde se reglamentó en enero de 2001, pero la crisis económica argentina desactivó de hecho el Fondo Ecológico. A este perjuicio a la selva misionera hay que sumarle, paradójicamente, los subsidios estatales a la reforestación con especies exóticas y a las industrias papeleras que talan la selva; además de la venta de tierras de propietarios privados y de dominio público a empresas transnacionales, entre ellas madereras chilenas y tabacaleras norteamericanas que avanzan sobre la selva.

El riesgo para la selva paranaense significa a su vez la posibilidad de la desaparición de los pueblos Mbyá guaraníes de Misiones. Las comunidades guaraníes denunciaron públicamente en oportunidad del Primer Foro Social de la Triple Frontera que han sido agredidas por la empresa maderera Moconá Forestal S.A. en la reserva Yabotí.

Se trata de 50 comunidades que agrupan unos 5 mil individuos de las etnias Mbyá Guaraní y Ava Chiripá. Según informara recientemente Radio Mundo Real, que entrevistó a Osmar Gonzáles, integrante de Interalternativas INAL Cooperando, parte de la Asociación de Comunidades del Pueblo Guaraní, estas empresas cuentan con guardias armados que cercan los territorios y tienen el aval del gobierno misionero para la explotación de los recursos de la región. Pero además, aseguró Gonzáles, Moconá Forestal "compra" el servicio de los guardaparques para evitar que estos denuncien la deforestación ilegal.

En la provincia de Entre Ríos, por otra parte, una decisión oportuna de la juez de Instrucción Leonor Pañeda, a partir de un amparo ambiental presentado por el Foro Ecologista de Paraná, logró recientemente detener la tala de montes nativos en todo el territorio provincial hasta que se terminaran estudios sobre el impacto ambiental. Quien había instado a la tala de los bosques había sido nada menos que el gobierno entrerriano a través de un decreto.

Un estudio de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) develó en 2003 que en la provincia sólo quedan 800 mil hectáreas de bosque virgen y que, de continuar el ritmo de la deforestación, en menos de cuatro años no quedará un solo bosque natural.


El Corredor Verde Misionero






El arroyo Yabotí, en la Reserva de Biósfera Homónima. Lo que hoy es conocido como la "selva misionera" es en realidad porción de uno de los ecosistemas más importantes, en lo que respecta a biodiversidad, que existen sobre nuestro continente. Más específicamente es "Selva Paranaense", bosque subtropical húmedo de rica diversidad de especies, aunque no es exactamente selva amazónica.

La Selva Paranaense se extendía sobre los territorios del sur del Brasil, sobre la actual República del Paraguay, y en Argentina abarcaba toda la provincia de Misiones, norte de Corrientes y la zona de transición con la región chaqueña (distrito de los campos), siendo esta última la más arrasada por el avance de la civilización.

En el Cono Sur sólo queda el 10 % de esta selva, sita en los territorios ya mencionados, aunque algunos países han conservado mejor el ecosistema que otros:

- Brasil: 5% de la superficie total.
- Paraguay: del 13 al 20 % de la superficie original
- Argentina: aún posee el 45 % de la selva paranaense, aunque en franco retroceso. Son en total 3 millones de hectáreas de selva, pero tan sólo 500.000 (el 15%) se hallan protegidas.

El valor de la selva. Biodiversidad y Extinción.

La importancia de la selva es triple: contiene un valor paisajístico, cultural, pero por sobre todo, genético: se calcula que en la provincia de Misiones, "redondeando números", se encontraría casi la mitad de las especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios de la República Argentina. Nuestro país, hasta el año 1998, tenía 976 especies de aves registradas, ocupando el rango 16 en el planeta (Colombia es primera, con 1.695), y de ellas, 41 especies se hallaban amenazadas (rango 15). Sin embargo, la Asociación Ornitológica del Plata ha lanzado el alerta: hoy son aproximadamente 80.

De esas 976 especies de aves de Argentina, más de la mitad (56 %) se halla en la selva paranaense: 548 especies y subespecies.

De las especies de peces conocidas en la Argentina (410), el 54 % se desarrollan en los ríos de Misiones: 222 especies. Aunque la amenaza que pesa sobre ellas no tiene que ver exactamente con la deforestación del bosque nativo, tiene que ver con la política de devastación de los cursos naturales de agua, a través de la construcción de represas, la rectificación de los ríos, la construcción de canales, la falta de control sobre la pesca indiscriminada, la introducción de especies exóticas, y el vertido de sustancias contaminantes industriales, especialmente las papeleras.

Además (aunque creemos que estos datos podrían ser obsoletos), la selva alberga 49 especies de anfibios, 75 de reptiles, y un número no determinado de invertebrados.

En cuanto a mamíferos, nuestro país tiene alrededor de 320 especies registradas. Es el duodécimo en importancia en el planeta (México es primero, con 450). De estas 320 especies, un importante número también habita las selvas de la provincia: 116 especies y entre ellas, algunas muy emblemáticas, como las de primates, grandes felinos y grandes herbívoros.

Sólo en Misiones pueden desaparecer: el yaguareté, el pato serrucho, el zorro vinagre, la harpía, el lobo gargantilla, el tirica, el margay, el mono carayá, el macuco, el yacaré ñato, el lobito de río, el oso hormiguero, el oso melero, la rana mono, la rana zancuda, el yacupoi y la yacutinga, distintos tipos de loros, el tucán toco, el caburé, el surucuá amarillo, el yacutoro, el arañero, el tangará, el batará, el yacy-yateré grande, el loro vinoso, la pava de monte, y muchos más, además de unas treinta especies más en lista de espera para entrar en la categoría de "peligro de extinción".

Flora misionera. Algunos datos

La diversidad de especies vegetales es quizás más desconocida e increíble. A esto se agrega la dificultad para reconocer a las epífitas. Por ello y otros factores, no se puede afirmar con certeza cuántas especies existen.

Las epífitas suman 28.000 tipos entre todos los bosques tropicales húmedos del mundo, de los cuales 15.000 son de Centro y Sud América. Las epífitas (bromieláceas, orquídeas, cactus arbóreos, líquenes, musgos y helechos) son plantas que crecen y se desarrollan sobre otras plantas, a partir de pequeñas semillas transportadas por el aire, por animales o insectos. Estas semillas se insertan y apegan a hojas o intersticios de troncos de árboles.

La característica principal de la selva es la multiplicidad de estratos de vegetación, encontrando en el primer nivel al Estrato de los Emergentes, integrados por árboles de gran porte, que con alturas de hasta 30 metros (aunque algunos, como el palo rosa, llegan a los 42 metros). "Emergen" a modo de islas por sobre una capa continua de follaje, formada por árboles de entre 10 y 20 metros de altura; este estrato de vegetación continua es el Estrato del Dosel y constituye el segundo nivel.

El Estrato Intermedio -tercer nivel- está formado por árboles menores, de 3 a 10 metros de altura, en donde al amparo de los rayos solares crecen entre otros los Helechos arborescentes o Chachi (Alsophila Atrovirens) que alcanza una altura de entre 4 o 5 metros. Por debajo de éste encontramos el estrato arbustivo o sotobosque, donde predominan los renuevos arbóreos y una multitud de helechos y arbustos diversos. Sin embargo muchas veces el sotobosque aparece dominado por las bambuceas, que forman intrincados cañaverales impenetrables de hasta 15 metros de altura.

La última capa de vegetación la constituyen el Estrato Herbáceo, dominado por un tipo de vegetación umbrófila, como las gramíneas de hojas anchas, los pequeños Helechos y hierbas no leñosas, como las Begonias.

Las bromelias, orquídeas y enredaderas, con sus flores de variados colores, le confieren a esta selva un marco inigualable. Otros creen conveniente dividir a los estratos de la selva en seis: Estrato herbáceo, Estrato arbustivo, Estrato intermedio, Estrato de los árboles medianos, estrato de los árboles grandes, Estrato de los Emergentes o Gigantes.

La selva, sin embargo, presenta otras dos particularidades casi contradictorias entre sí. La fabulosa capacidad de dispersión de semillas y de la polinización hace que ejemplares de una misma especie se encuentren totalmente distanciados. En una hectárea de selva pueden llegar a registrarse uno o dos ejemplares de una especie.

Pero a su vez, la selva puede dividirse por distritos: el de selva mixta de laurel y guatambú o, por ejemplo, el de las araucarias: a 20 km. de Yaguaroundí, en el poblado de San Pedro, el pino paraná (Araucaria angustifolia) es omnipresente.
En términos generales se puede decir que la selva se estructura en tres pisos de vegetación, aunque los especialistas hablan de seis, siendo en el último, en que los árboles oscilan entre 40 y 42 metros de altura, como el caso del palo rosa o el pino paraná.

¿Qué es el Corredor Verde?

Se denomina así al cordón de Selva Paranaense que atraviesa el territorio de Misiones y que se intenta proteger por su importancia biológica y genética. La diversidad de especies vegetales y animales lo convierte en el ambiente natural más importante del país.

¿Cuáles son las amenazas más graves?

En principio, y a nuestro criterio, la deforestación de la selva de Misiones es gravísima. La acción de tala está descontrolada, e involucra tanto a grandes empresas, aserraderos y en menor medida, a campesinos. El control gubernativo está lejos de satisfacer los parámetros requeridos, y además de ser ineficaz, ni siquiera resulta intimidatorio.

En segundo lugar, la caza furtiva. Esta pone a una serie de especies a punto de la desaparición. El mercado negro de especies mueve en el mundo una suma de dinero que se ubica sólo por detrás del narcotráfico y el tráfico de armas. Y las regiones de mayor biodiversidad en el planeta son las que más presionadas se hallan.

Como tercer punto, el uso de fertilizantes, el agotamiento de la tierra con monocultivos, la pobreza endémica que no da mucho margen a los campesinos a la protección de la selva.

Perspectivas Inciertas

Un paisaje tristemente típico en Misiones.Comienza a darse, lentamente, un movimiento de protección de la selva. Las Organizaciones no Gubernamentales (O.N.G) intervienen cada vez más activamente y los municipios comienzan a crear sus propias áreas protegidas, ciudadanos interesados en la conservación deciden declarar sus tierras como reservas privadas.
Pero nos detenemos en la Ley del Corredor Verde, ley provincial que pretende proteger la diagonal de selva que cruza Misiones dándole un status de área de desarrollo sustentable o de usos múltiples. Creemos que esta ley no ha sido reglamentada correctamente. Además, no existe una ley nacional, ni una acción planamente coordinada entre quienes quieren hacer algo por la selva, una decisión firme para frenar la caza furtiva, la tala indiscriminada, para integrar a los pobladores al proyecto, y para salvar a las culturas indígenas, que tienen gran conocimiento de la selva.

Salvar, o al menos trabajar por esta selva, último pulmón del país, significa dar contrapuestos. Significa conservar un último reservorio genético y medicinal para las enfermedades que existen y existirán, significa evitar que nuestros hijos reciban una tierra que no merecen recibir, devastada, humillada. Significa asegurar la casa de sus dueños, los seres vivos en general, ya sean animales u hombres: la naturaleza no hará distingos cuando quiera hacer justicia.


El Proyecto del "Corredor Verde", o "Área Sustentable de Usos Múltiples", que pretende crear un corredor biológico que enlace las diferentes áreas naturales de la Provincia de Misiones sin olvidar las premisas de la producción sustentable, es hoy por hoy una de las ideas más avanzadas en materia de conservación de recursos naturales que existen en el planeta, comparable a cualquiera de los mejores proyectos de conservación diagramados por los países centrales.

Muestra de esto es el interés que ha mostrado nada menos que la WWF, los medios de comunicación norteamericanos, las instituciones de conservación en la Argentina, y el prestigio que a nivel internacional han tenido los gestores de esta idea.

Jurídicamente el proyecto se plasmó en 1999, al sancionarse la Ley Provincial 3631, a pesar que luego su decreto reglamentario la desvirtuó en parte, y que hoy no existen fondos para su implementación, dados los desfasajes económicos nacionales y provinciales.

De todos modos, casi todo lo hecho hasta ahora en la Provincia de Misiones no se ha logrado en base a grandes mecenazgos, sino por efecto del ingenio, el voluntarismo y sobre todo, el amor por la naturaleza de un puñado de "locos" (algunos, particulares, ONGs, y algunos funcionarios). Sin embargo, otra cosa es cierta: la selva paranaense misionera va camino a la destrucción, incluso en las propias áreas protegidas. Para esto justamente se sancionó la Ley del Corredor Verde. Por esto, también, es que no se cumple. A falta de voluntad política para aplicar la ley (cuya implementación es factible) debe reforzarse el voluntarismo y la exigencia de proteger la selva, fuente inmensa de vida, regocijo y alternativas económicas. Es posible, y todos luchamos para ello.

Martín González
Reserva Privada Yaguaroundí
Misiones, Argentina.


MISIONES debe tomar conciencia de su situación ambiental y asumir la responsabilidad de cuidarla. Entre los problemas más relevantes se ubican:

-la reducción de la superficie de bosques nativos en un 60% para dar lugar a la agricultura, la reforestación con especies exóticas, la sobre-explotación a los asentamientos humanos;

-el deficiente uso del suelo, con una excesiva explotación productiva o abandono desaprensivo (“capueras”) quedando a expensas de la erosión;

-la desaparición progresiva de la fauna, que debido a la tala de la selva está perdiendo su hábitat natural, con la contaminación del agua y su caza indiscriminada se va extinguiendo rápidamente.

La selva subtropical amén de haber ofrendado valiosos recursos regula anualmente unos cuatrocientos millones de metros cúbicos de agua, asegurando la productividad de unos vastos enclaves agrícolas. Se trata de nuestros bancos genéticos de mayor importancia.

Según los últimos datos disponibles, el sector forestal representa casi el 15% del PBI (Producto Bruto Interno) y el 50% de las exportaciones dando trabajo en forma directa e indirecta a cien mil personas.

Los argentinos pagamos estos favores con destrucción. Apenas sobrevive una tercera parte de la selva misionera, y de no ceder a la deforestación en 20 años más será sólo un recuerdo.

Por ello debemos pasar a un aprovechamiento sostenido de los recursos selváticos, que respete los ciclos de reposición natural. De lo contrario, habremos terminado de destruir nuestro tesoro más valioso.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Dos suicidios


Por Fuente: Agencia Pelota de Trapo - Monday, Oct. 01, 2007 at 1:16 AM

27/09/07

Por Alberto Morlachetti

(APe).- Vivían con su corazón hinchado de desgracias, tanto lugar como tendrían para las bellas aventuras, escribía Gelman. Pero esas nunca vendrán y dos pibes no quisieron saberse más. La aldea Fortín Mbororé se encuentra cerquita de Puerto Iguazú y anda de alarmas porque hace pocos días hubo dos suicidios y otros tantos intentos. El primero ocurrió el lunes 17 de la semana pasada, cuando Víctor Moreyra (17 años), sobrino del cacique, se quitó la vida colgándose de una sábana. El segundo fue el de Julio Martínez (15 años), quien el viernes 22 después de la celebración por el nuevo año mbya-guaraní, decidió poner fin a sus días.

Un rumor, como venido del fondo de la historia, los dibuja en un retrato antiguo. Son guaraníes, es decir, un pueblo para el que hace siglos, todo lo que existía entre el cielo y la tierra, solía ser cosa de hoja simple o de transcurrir de agua. Quizá el conflicto más grande que pudieran tener con la luminosa tierra misionera, es que las mujeres le disputaran al paisaje, la perfección de sus trenzas. Belleza y mitología eran su gloria y sólo los niños robados por el Yasí-Yateré, una de las deidades más temidas, podían enfermar seriamente.

Hoy, sin embargo, sobreviven en la oscuridad, acechados por el hambre, muy lejos ya de su fresco paraíso. Aún sin renunciar a la larga historia aprendida entre generaciones, la caída de sus viejas creencias parece inexorable. Dicen que en las comunidades de Takuapí, Posito, Ka'a Cupé, Leoni Potý, Ñamandú, Kaagy Porá e Ita Potý, el 58% de los niños padece de algún grado de desnutrición. Ahora los temidos no son más que personajes seculares, ajenos a ese cielo suyo, enredado de enigmas y raíces. Ahora amanecen la muerte, las cenizas, las agrietadas frentes de las ruinas.

En un informe -realizado por Teresa Celina Kuhn- manifiesta que las condiciones sanitarias son penosas y en general, los tratamientos no se completan. Atrás quedaron los tiempos en que los niños dormían entre un respiro de menta y otro de mejorana. Los efectores de salud ven desfilar los casos de tuberculosis, neumonías y otros males que la miseria prodiga en el cuerpo de esos chicos sombríos y callados, que parecen haber nacido sabiendo lo que los otros nunca saben.

La hermosa tierra misionera, la de las ceremonias del origen, se está quedando sin sus hijos. La leche escasea en la doble luna del pecho y esas madres que temprano, descubren su rebose de vida: “El promedio de la edad del primer embarazo está en los 17 años”. Cuentan que “la mortalidad perinatal es otro flagelo latente”. A casi el 40% se les murió más de un hijo en el vientre -a punto de nacer- o en el despertar de los retoños.

La discriminación transforma en insensible la mirada de la mayoría. Crea una diferencia y pone el acento sobre un descarrío. Prepara la persecución y la muerte sobre un pueblo que amó entrañablemente a sus hijos. Nietzsche -siempre controvertido- manifestaba que el Estado es el lugar donde el lento suicidio de todos se llama vida.

Fuente de datos:
Diario El Territorio - Misiones 25-09-07